sábado, 5 de enero de 2013

¿Sabes?

¿Sabes de qué está hecho el horizonte? De miradas que contemplan el infinito y de sueños que no se atrevieron a volar.
¿Sabes de qué está hecho el mar? De lágrimas saladas que se quedaron estancadas en un lugar, agitadas por el recuerdo de alguien que se fue y no volverá.
¿Sabes por qué la Luna te persigue cuando viajas? Porque quiere darte los recuerdos de aquellos que estás dejando atrás.
¿Sabes por qué a veces sonríe? Porque la miras buscando a ese alguien especial, quien también te busca a ti en su brillante faz.
¿Sabes a qué huelen las nubes? A almohadas, a peluches y a sábanas limpias, porque son las que se encargan de hacer tus sueños volar.
¿Sabes de qué color son los sueños? Del que tu quieras pintarlos, porque son tuyos hasta que dejes de soñar.
¿Sabes qué pasa cuando un libro está cerrado? Que protagonista y antagonista se reúnen a tomar un té y a charlar, para que cuando lo vuelvas a abrir, todo quede en su lugar.
¿Sabes por qué te emociona esa canción? Porque habla en un idioma secreto, que remueve tu corazón y te transporta a otro tiempo y lugar.
¿Sabes por qué la guitarra tiene seis cuerdas? Porque en la primera se queda el ruido del mundo, la segunda los pensamientos tristes te hace olvidar, la tercera te invita a que sonrías, la cuarta quiere oírte cantar, la quinta te suplica que bailes y la sexta te hace suspirar.
¿Sabes qué es lo que me gusta imaginar? Que algún día todo será como tiene que ser y estará donde tiene que estar.
¿Y sabes qué es lo mejor que se puede pedir? Verte sonreír por algo que haya podido decir, que suene esa canción sin avisar, que olvides los problemas por un instante, que conmigo quieras cantar, que pueda contar con tu amistad... Que me mires para hacerme callar porque no paro de hablar.
Eso, ¿sabes qué es?
Eso es felicidad.

Queridos Reyes Magos:

Este año no quiero pedir nada material, porque todo lo tangible es susceptible de perderse y una vez conseguido pierde el valor y la importancia que le dimos.
Tampoco quiero pedir imposibles. No pediré la paz mundial, no pediré que termine la pobreza en el mundo... ¿Sabéis por qué? Porque son cosas demasiado grandes y, sí, he dicho imposibles. Imposibles porque no somos capaces de conseguirlas a pequeña escala. No somos capaces de preocuparnos por el vecino de enfrente, de ayudar a un compañero que las está pasando canutas, incluso de darnos cuenta de que nuestra madre está un tanto desanimada y de alegrarla el día... ¿En serio creéis que es factible que pidamos ya no por terceros que están cerca, sino por terceros a los que no conocemos de nada? Ahora me diréis que esas cosas las hacéis a diario, ¿verdad? Sí, claro. Y yo soy millonaria.
Así que pediré cosas que no tienen precio, sino valor.
Quiero un par de onzas de amor a cambio del cofre de oro. No para mí solamente, un poquito para cada persona que sepa guardarlo en su corazón. Hay que aprender a quererse. Si no os queréis vosotros, no demandéis amor de los demás ni intentéis amar. Es imposible.
Además de la mirra, llevaos con vosotros la hipocresía y el miedo a vivir de la gente, y traed empatía para todos. No quiero ver gente que se deje arrastrar por las directrices de otros, quiero ver auténtica libertad. Y no quiero observadores del propio ombligo, sino gente que se pierda en la inmensidad de los ojos de otros, preguntándose qué les ocurre y si podrían hacer algo para que brillen de auténtica alegría (la palabra felicidad no viene al caso, ni siquiera por poética, lo siento)
Y por último, quiero que inunde el mundo el aroma de los sueños y la esperanza, no el del incienso. Quiero que se recojan todas las toallas que hemos tirado y se devuelvan a sus dueños. Porque todo merece otra oportunidad y siempre queda algo por lo que volver a ponerse en pie y sacudirse el polvo de encima. Porque todos soñamos despiertos, y sin esperanza nos apagamos como esa vela que ponemos con un deseo que no creemos que se vaya a cumplir.
Nada más, porque creo que no existe nada más importante.
Muchas gracias por adelantado, Sus Majestades. Sé que no depende de vuestras reales personalidades, sino de cada persona individual, pero es lo que quiero y no sólo para este año... Para siempre.