sábado, 5 de enero de 2013

Queridos Reyes Magos:

Este año no quiero pedir nada material, porque todo lo tangible es susceptible de perderse y una vez conseguido pierde el valor y la importancia que le dimos.
Tampoco quiero pedir imposibles. No pediré la paz mundial, no pediré que termine la pobreza en el mundo... ¿Sabéis por qué? Porque son cosas demasiado grandes y, sí, he dicho imposibles. Imposibles porque no somos capaces de conseguirlas a pequeña escala. No somos capaces de preocuparnos por el vecino de enfrente, de ayudar a un compañero que las está pasando canutas, incluso de darnos cuenta de que nuestra madre está un tanto desanimada y de alegrarla el día... ¿En serio creéis que es factible que pidamos ya no por terceros que están cerca, sino por terceros a los que no conocemos de nada? Ahora me diréis que esas cosas las hacéis a diario, ¿verdad? Sí, claro. Y yo soy millonaria.
Así que pediré cosas que no tienen precio, sino valor.
Quiero un par de onzas de amor a cambio del cofre de oro. No para mí solamente, un poquito para cada persona que sepa guardarlo en su corazón. Hay que aprender a quererse. Si no os queréis vosotros, no demandéis amor de los demás ni intentéis amar. Es imposible.
Además de la mirra, llevaos con vosotros la hipocresía y el miedo a vivir de la gente, y traed empatía para todos. No quiero ver gente que se deje arrastrar por las directrices de otros, quiero ver auténtica libertad. Y no quiero observadores del propio ombligo, sino gente que se pierda en la inmensidad de los ojos de otros, preguntándose qué les ocurre y si podrían hacer algo para que brillen de auténtica alegría (la palabra felicidad no viene al caso, ni siquiera por poética, lo siento)
Y por último, quiero que inunde el mundo el aroma de los sueños y la esperanza, no el del incienso. Quiero que se recojan todas las toallas que hemos tirado y se devuelvan a sus dueños. Porque todo merece otra oportunidad y siempre queda algo por lo que volver a ponerse en pie y sacudirse el polvo de encima. Porque todos soñamos despiertos, y sin esperanza nos apagamos como esa vela que ponemos con un deseo que no creemos que se vaya a cumplir.
Nada más, porque creo que no existe nada más importante.
Muchas gracias por adelantado, Sus Majestades. Sé que no depende de vuestras reales personalidades, sino de cada persona individual, pero es lo que quiero y no sólo para este año... Para siempre.




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